Estoy seguro de que alguna vez (o muchas preferiblemente) haz dado un beso francés. También es muy probable que hayas escuchado el término o lo hayas usado tú mismo/a. El beso francés es una manera muy intensa de interactuar con la pareja. Por definición popular, el término se refiere a un beso en el que las lenguas de los amantes se tocan con el fin de estimular de forma erótica.
Pero…
¿De dónde viene este nombre?
Parece ser que el término se hizo popular durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados estadounidenses y británicos arribaron a la región de Normandía, en el norte de Francia. Los chicos, rápidamente notaron que las jóvenes francesas eran mucho más desinhibidas que las de sus países. Las francesas tenían menos prejuicios a la hora de usar la sinhueso en un beso apasionado.
Pero, y siempre hay otro pero, el beso “francés” no se inventó en Francia. Sí, así como lo lees. Esta práctica en realidad nos llega de tiempos muy antiguos, desde el imperio romano para ser más exactos. Fueron los legionarios romanos los que difundieron esta práctica en Normandía y en otras partes de Europa durante los siglos de ocupación. Estoy seguro de que los soldados aliados de la Segunda Guerra Mundial le agradecieron mucho este aporte a los antiguos romanos.
Es por eso que, en tiempos modernos, los italianos a menudo se vanaglorian de ser los verdaderos inventores del beso francés. Pero (aquí vamos de nuevo), existen evidencias de esta práctica del otro lado del mundo también desde tiempos remotos. El ancestral texto erótico hindú conocido como Kamasutra incluye al beso con lengua como parte de las prácticas eróticas de esa cultura por allá por el año 1,500 B.C. En el famoso libro de Vatsyayana, el llamado beso contacto se define como el que ocurre cuando "los labios apenas se rozan, mientras el beso se da básicamente sólo con la lengua".No obstante, se sabe que este tipo de besos no es una práctica espontánea que ocurre de manera universal en todas las sociedades. En algunas islas del Pacífico, por ejemplo, los aborígenes quedaron atónitos y consideraron esta práctica asquerosa al ver a los europeos besarse en el siglo XVII.
De cualquier manera, tratar de averiguar con exactitud cómo surgió una cosa como esta es como meterse en un laberinto sin salida. Lo más importante es que alguien en algún momento lo hizo y que llegó a nuestros días para que podamos disfrutarlo y con él demostrar cuánto nos gusta una persona. Así que, ¡a besar se ha dicho!
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