“Ser apátrida implica no acceder a los derechos más básicos de nuestras vidas”

“Ser apátrida implica no acceder a los derechos más básicos de nuestras vidas”

Entrevista. Hablamos con Nina Murray, experta en los derechos de los refugiados y en la apatridia.

Nina Murray (Glasgow, Escocia, 1982) es desde marzo de este año coordinadora de investigación y políticas de la European Network of Statelesness (ENS), una red de entidades, iniciativas académicas y personas individuales que trabajan en defensa de los derechos de las personas apátridas en Europa. Máster en Estudios Migratorios y licenciada en Estudios Ibéricos y de América Latina, tiene una larga trayectoria profesional vinculada a la investigación y la defensa de los derechos humanos, especialmente en los ámbitos del género y el refugio. En octubre pasado estuvo en Barcelona, en el marco de unas jornadas sobre la apatridia celebradas también en Madrid. Se trata de un problema mayor pero muy desconocido. Solo en Europa, la ENS calcula que hay al menos 600.000 personas afectadas. Como mínimo, 10 millones de personas en todo el mundo no tienen ninguna nacionalidad.

Siendo un problema que afecta a tantísimas personas, ¿cómo es posible que se hable tan poco de la apatridia?

Se entiende poco el problema. No hace ni diez años que se ha empezado a hablar más sobre ello en los círculos académicos, de investigación o jurídicos. Creo que el problema es que las personas apátridas están muy escondidas, y que el régimen legal internacional sobre la apatridia es muy poco conocido. La Convención de Ginebra sobre los refugiados de 1951 es mucho más conocida y está más desarrollada que el régimen de la apatridia; hasta las personas afectadas no se identifican a veces como apátridas. Este es el caso de muchos saharauis, por ejemplo, que se identifican como ‘saharaui’ y por motivos políticos esa identidad y la nacionalidad de la República Árabe Saharaui Democrática son muy importantes para ellos, aunque en términos legales muchos son apátridas. Lo mismo podemos decir de los palestinos o los kurdos, y eso también hace más difícil identificar la apatridia.

¿Cuáles son sus causas?

Existen distintos motivos. A nivel mundial, la causa más común es la discriminación. Son minorías étnicas y religiosas, como los rohingyas [minoría étnica, lingüística y religiosa del oeste de Birmania]. Es una de las poblaciones de apátridas más numerosa y ello es a causa de la discriminación en la legislación y en la política. Otro ejemplo son las personas de origen haitiano que viven en la República Dominicana. En Europa, se trata más de conflictos de nacionalidad. Cada país decide conforme a sus leyes quién es nacional y quién no dentro del marco de la ley internacional, y en ocasiones se generan conflictos, por ejemplo, cuando se migra de un país a otro. La mayoría de leyes de nacionalidad en Europa la otorgan por descendencia, no por nacimiento, y eso en ciertos casos puede generar un problema. Por ejemplo, en 25 países del mundo la mujer no puede conceder su nacionalidad a sus hijos. Si el padre no está y una mujer originaria de uno de estos países da a luz en un país tercero donde no existe una protección en la ley en contra de la apatridia, su hijo puede llegar a ser apátrida.

¿Qué consecuencias tiene no tener ninguna nacionalidad?

Muchas. No poder acceder a los derechos más básicos de nuestras vidas. Por ejemplo, a servicios de sanidad, a casarse, a veces a registrar nacimientos, a conseguir un carnet de conducir, un documento de identidad, un número de seguridad social, a estudiar, a conseguir un empleo. Afecta a lo más básico, es una situación muy difícil; son como gente invisible porque no figuran en ningún registro de ningún país y hoy en día casi todo requiere una identidad y una documentación.

Equivale casi a no poder vivir. ¿Eso está pasando en Europa?

Sí, pasa, pasa. En algunos países del mundo hay sistemas de protección que reconocen la apatridia y que conceden al apátrida algún estatus y derecho de residencia y de documentación, pero son pocos. Todos los países de Europa tienen sistemas de reconocimiento de refugiados bajo el Convenio de 1951, pero muy pocos conocen bien la convención sobre la apatridia a pesar de que ACNUR dice que para conceder los derechos a los apátridas es necesario tener un sistema de reconocerlos y de concederles alguna forma de protección. En España, hay un procedimiento de reconocimiento de la apatridia que funciona bastante bien. Una persona puede pedir el estatus de apátrida y el Gobierno puede concederlo, pero eso no existe en todos los países. En Alemania, por ejemplo, donde sabemos que hay bastante gente apátrida, muchos están viviendo en un limbo con pocos derechos.

“Solo unos 15 países en el mundo tienen un sistema de reconocimiento y protección de apátridas y España fue uno de los primeros.”

¿Alemania? ¿Qué explicación hay?

Solo unos 15 países en el mundo tienen un sistema de reconocimiento y protección de apátridas, y España, junto con Francia e Italia, fue uno de los primeros. Alemania es uno de los muchos que no lo tienen. Estamos intentando sensibilizar en Alemania sobre este tema, porque hay gente que vive ahí que igual han pedido asilo y no lo han conseguido y están viviendo en un limbo: no tienen un país que los acepte pero tampoco tienen el derecho a vivir en Alemania con residencia. Algunos tienen lo que llaman “un estatus de tolerancia”, pero es muy básico y no concede muchos derechos y pueden acabar siendo detenidos para intentar expulsarlos.

¿El riesgo de detención es muy alto?

Sí, es muy alto. Muchas personas que no tienen residencia están sujetas a expulsión. Hemos hecho una investigación en el Reino Unido y cinco países más europeos [Ucrania, Bulgaria, Polonia, Malta y Holanda] sobre las personas apátridas que acaban en centros de internamiento de extranjeros (CIE). En el Reino Unido, por ejemplo, hay bastantes personas detenidas y no hay fecha límite para la detención de migrantes. Los estándares internacionales dicen que solo se puede detener como último recurso, cuando se vaya a efectuar la expulsión dentro de un plazo de tiempo limitado, pero estamos viendo que si no se identifica la apatridia y la imposibilidad de expulsar antes de detener, la gente acaba dentro del centro de detención sin salida, o si salen a la calle no tienen derechos y luego vuelven a ser detenidos. Es un círculo vicioso, porque los funcionarios muchas veces no reconocen y no identifican el problema de no poder expulsar y son los apátridas los que sufren porque ningún país reconoce su origen y el país donde están tampoco reconoce su apatridia ni su derecho a residencia. Tenemos ahora mismo la campaña “Locked in limbo” con la que estamos intentando sensibilizar justamente sobre este tema.

“Estamos viendo un crecimiento del uso de la detención como forma de control de la migración y necesitamos tener provisiones contra la detención arbitraria de las personas apátridas.”

ACNUR también ha puesto en marcha una campaña sobre la apatridia, I Belong. ¿Cuál es la respuesta de los gobiernos? ¿Que deberían hacer que no están haciendo?

Es muy importante que introduzcan procedimientos para la identificación y el reconocimiento de la apatridia. Tenemos también que luchar contra la discriminación. En Europa existe todavía una fuerte discriminación contra las poblaciones gitanas, por ejemplo. En los Balcanes, las poblaciones desplazadas por el conflicto en los años noventa todavía viven muy marginalizadas y muchos no tienen documentación y tienen obstáculos para registrar los nacimientos de sus hijos. Hay que solucionar también la cuestión de las leyes de nacionalidad. Necesitamos provisiones en las leyes que protejan a todos los niños de la apatridia en la infancia. Y, finalmente, el tema de las detenciones también es muy importante porque estamos viendo un crecimiento del uso de la detención como forma de control de la migración y necesitamos tener provisiones contra la detención arbitraria de las personas apátridas.

En los países que no tienen el estatuto de apátrida ¿solicitar asilo es la única solución para las personas apátridas que están llegando?

Hay personas apátridas que tienen derecho al asilo porque la apatridia puede ser una forma de persecución. Lo que es importante es que si hay una solicitud de asilo se aclare antes de determinar un estatus de apatridia, porque el proceso de determinar la apatridia requiere una conversación entre las autoridades del país de origen y las autoridades del país de solicitud. Y si hay un problema de persecución es importante identificarlo antes porque puede poner en riesgo la persona si el Gobierno de origen es el autor de la persecución. Muchas veces los dos procesos se solapan. Es una solución para los refugiados que son apátridas, pero no para todas las personas apátridas.

¿Qué pasa con los palestinos?

Es un tema difícil, porque hay una cláusula tanto en la convención sobre la protección de las personas apátridas como en la del estatuto de refugiado que dice que si recibes apoyo de otro organismo de la ONU, como la UNRWA [Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo], estás excluido de la protección de la convención. Aunque algunos países han reconocido a Palestina, está también bastante reconocido el hecho de que la nacionalidad palestina no funciona legalmente como otra nacionalidad. Es complicado, porque si eres palestino no solo tienes que demostrar que eres apátrida, muchas veces también tienes que demostrar que no recibes apoyo de la UNRWA. Si se trata de una persona palestina que estaba viviendo bajo la protección de la UNRWA, algunos países le dirían que puede volver ahí y recibir el apoyo de la ONU otra vez, que no hace falta que le den protección internacional. Así que depende mucho de cada caso individual.

“En el continente europeo, la disolución de estados es una de las mayores causas de la apatridia.”

¿Es la mayor comunidad de apátridas?

No. Son muchos, pero no es la mayor. Hay poblaciones más grandes, como los rohingyas. También hay poblaciones muy grandes en Tailandia y Costa de Marfil, por ejemplo. No hemos hablado de situaciones de disolución de estados. En el continente europeo, es una de las mayores causas de la apatridia. En lo que era la URSS, por ejemplo, Ucrania, Letonia y Estonia tienen poblaciones bastante numerosas de gente apátrida. Y en los Balcanes, también. En los países que formaban parte de Yugoslavia se cuentan poblaciones importantes, sobre todo gitanas, apátridas o en riesgo de apatridia.

¿La llamada crisis de personas refugiadas no ha ayudado de alguna manera a poner este tema sobre la mesa en Europa?

En los países de origen de estos flujos más recientes, como Siria e Irak, ya existían  problemas de apatridia antes de los conflictos, como los kurdos o los palestinos que vivían ahí. No quiero llamarlo una oportunidad, pero los debates sobre la migración nos dejan hablar también sobre la apatridia, en el sentido de sensibilización. Tampoco entendemos muy bien todavía el nexo entre la apatridia y la migración forzada, no hay ninguna investigación ni mucha sensibilización sobre ello. Ahora lo estamos empezando a investigar, porque queremos entender mejor qué le pasa a una persona kurda o sirio-palestina cuando entra a Europa, por ejemplo, a través del Mediterráneo, a Grecia o España. ¿Quién identifica que sea una persona sin nacionalidad? ¿Hay alguien que lo haga? ¿La policía o los guardias de frontera entienden algo de la apatridia? No lo sabemos y necesitamos entender mejor el proceso de registrar la nacionalidad de estas personas. No sabemos qué está pasando.

Todo lo que cuentas muestra que queda mucho por hacer. Lleváis trabajando muchos años, ¿habéis visto una evolución en positivo?

Estamos viendo mucha más sensibilización y eso es el primer paso. Tenemos la campaña de ACNUR y un plan de acción bastante ambicioso, que se propone erradicar la apatridia en diez años, y solo poner esta meta es muy importante. Lo que se está diciendo es que si hay voluntad política podemos resolver esta situación y esto es una gran oportunidad para sensibilizar y encontrar soluciones. En el 2019, ACNUR celebrará un evento de alto nivel sobre la apatridia y esperamos conseguir más ratificaciones de los dos convenios sobre la apatridia, el de 1954 y el de 1961 sobre la prevención y la reducción de la apatridia. Toda esta campaña a nivel global de ACNUR es una oportunidad para nosotros para poder hablar con gobiernos europeos para hacer cambios y poner soluciones legales sobre la mesa que son lógicas.

El objetivo de ACNUR es que esté erradicada para el 2024. ¿Lo  ves factible?

Bueno, factible que se vaya a erradicar por completo la apatridia en 10 años, no sé… Pero es un objetivo y lo que esperamos es que se consiga dar un gran paso adelante en la sensibilización, y que no se acaben ni los recursos ni la capacidad del ACNUR de trabajar y enfocarse en la apatridia en el 2024, que sea un punto de partida para construir soluciones sostenibles para el futuro. Es bueno que ponga esta meta aunque sea difícil de conseguir, es un estímulo importante hacia la acción, el cambio, y la futura erradicación de la apatridia en el mundo.