15/11/2018 opinión

Apátridas, venciendo las barreras

Esta semana, Maha Mamo, nacida en el Líbano y activista por los derechos de las personas apátridas, apoyó que la Argentina avance en una ley que proteja a quienes que no poseen nacionalidad, un proyecto que se encuentra en tratamiento en la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de Diputados. Al respecto opinó para Télam la diputada nacional por el radicalismo Karina Banfi, autora de la iniciativa que se analiza en la Cámara baja.

Karina  Banfi

Por Karina Banfi

"Ser apátrida es como no existir. Vivís en un mundo paralelo sin prueba de tu identidad", expresó Leal cuya situación es conocida en el Líbano como "Maktoum al qaed". Su padre no pudo inscribir el nacimiento de ella ni de sus seis hermanos. Su madre no pudo darles la nacionalidad.

El sistema libanés, como otros 26 Estados, tiene leyes de nacionalidad que no le permiten a la mujer transmitirla a sus hijos en igualdad de condiciones que el hombre. La condición de apátrida se convierte en un círculo vicioso.
Apátrida es la persona a quien ningún Estado reconoce como nacional, sea por su legislación o por otro tipo de conflicto. Una persona puede nacer apátrida o convertirse en tal, producto de discriminación y vacíos en las leyes de nacionalidad, la falta de registro de nacimiento y enormes obstáculos administrativos. Las personas pueden perder la ciudadanía debido a una prolongada permanencia en el extranjero o por renunciar a su ciudadanía sin antes haber adquirido otra.

También puede resultar de la transferencia de territorio entre Estados o la formación de nuevas naciones que puedan alterar la ciudadanía. Es importante que los Estados identifiquen a las personas apátridas en su territorio, de manera de poder otorgarles facilidades para la adquisición de una nacionalidad. De esta forma, sus habitantes pueden disfrutar de los derechos humanos básicos, permitiéndoles vivir con dignidad hasta que su situación se resuelva.

"Ser privado de la nacionalidad es ser privado de la pertenencia al mundo", supo expresar Hannah Arendt. En 1935, una de las primeras medidas que instaló el régimen nazi fue la de retirarle a los judíos la nacionalidad alemana, convirtiéndolos en apátridas.
En la actualidad, se calcula que hay 10 millones de personas apátridas a nivel global. No pueden estudiar, acceder a los servicios de salud, casarse, conseguir un trabajo o incluso viajar. La falta de documentación les impide desde registrar el nacimiento de un bebé, hasta ser sepultado de forma digna. El apátrida es víctima de una barrera invisible. Esa barrera no les permite gozar de derechos que la mayoría de nosotros damos por sentado y que son parte de nuestra cotidianeidad.

Según el derecho internacional, los Estados son los que determinan las reglas de adquisición, cambio y retiro de la nacionalidad pero hay obligaciones de conformidad con diversos tratados internacionales que fijan límites a esa discrecionalidad.

Argentina, de acuerdo a su ley de Nacionalidad no "genera" apátridas. Esto se da porque tenemos ambos sistemas de adquisición de nacionalidad, ius solis (si naces en territorio independientemente de tus padres, sos argentino) y ius sanguinis (si cualquiera de tus padres es argentino, tenés derecho a la nacionalidad). A su vez, Argentina se ha adherido a la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de 1945 y a la Convención para Reducir los casos de Apatridia de 1961. Ambos instrumentos regulan la condición de apátrida en el sistema internacional.

Sin embargo, nuestro país no tiene una ley específica que establezca un procedimiento de determinación de las personas apátridas. Es por esto, que trabajamos un proyecto, sobre recomendaciones del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para colaborar con la erradicación de la Apatridia a nivel mundial. Es fundamental contar con esta ley no sólo para establecer un procedimiento claro sino para trabajar sobre un problema que permanece invisible.

La apatridia es una violación a los derechos humanos que puede resolverse definitivamente. Afecta directamente el derecho a la identidad. Debemos asegurarnos que los países no generen nuevos casos de apatridia, que tengan legislación para responder a esta problemática y facilitar la adquisición de una nacionalidad.

Un testimonio nos impide preguntarnos el nivel de alcance que puede tener esta ley. Una sola historia es suficiente para comprometernos con un régimen legal que resuelva estos temas emergentes.

(*) Diputada nacional por la provincia de Buenos Aires (UCR-Cambiemos). Autora del proyecto de ley de protección y reconocimiento de las personas apátridas.