Siempre será conveniente recordar y saber.
La carrera por la Presidencia de la República en las elecciones del 2006 se inició desde el 10 de octubre de 2001, cuando la recién nacida “Pareja presidencial”, como se recordará, le entregó a los monopolios televisivos y de la radio, a través del vicepresidente de Televisa, la graciosa exención del 90% y del 80% respectivamente, del tiempo de transmisión que las estaciones de radio y televisión estaban obligadas a proporcionar al Estado mexicano, Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, Jefe de Gobierno del DF, el 31 de julio de ese mismo año y ante el destape que ese día hicieran de él para las Elecciones de 2006, dijo “a mí que me den por muerto”. Esta era la tónica de todos los que aspiraban a ser presidenciables, siguiendo la máxima del viejo líder Fidel Velázquez, que decía: “el que se mueve no sale en la foto”.
El Presidente, con grave irresponsabilidad, el mismo dio el banderazo de salida para las elecciones de 2006, el 17 de julio de 2003, (con tres años de anticipación). En una entrevista con José Gutiérrez Vivó, declaró: “Ya está en marcha la sucesión presidencial”. Nadie se explicaba la razón de esta inconveniente y precipitada declaración para el inicio del proceso de las elecciones. Por su parte Andrés Manuel López Obrador, para no perder la oportunidad que se le daba; algunos días después y curiosamente también en el mismo noticiero y en una entrevista con el mismo Gutiérrez Vivó, manifestó abiertamente su intención de ir por la Presidencia de la República y anunció que buscaría la candidatura por el PRD.
Los precandidatos más obvios eran: Por el PAN, la Primera Dama, (que era también la razón misma para adelantar irresponsablemente el proceso) y el Secretario de Gobernación. A Marta Sahagún, de acuerdo con la prensa nacional, se la estaban ya disputando para candidata a gobernadora los comités estatales del PAN de Guanajuato, para el 2006, y el de Michoacán, para el 2007, tal vez por los mismos “méritos” con los que contaba para la presidencia de la república (lo que pintaba “de cuerpo entero” a los Fox y al PAN); por el PRD, estarían como posibles precandidatos AMLO y Cuauhtémoc Cárdenas, aunque en el caso de éste último, una cuarta vez ya parecía demasiado, y por otro lado, AMLO tenía a su favor el poder y el presupuesto del GDF; Por el PRI, se realizarían elecciones “democráticas”, en donde por consenso seleccionarían a un candidato. Como precandidatos fuertes se perfilaban; el Gobernador del Estado de México, el líder del PRI en el Senado, el mismo presidente del Partido y los gobernadores de Tamaulipas y de Hidalgo, sin embargo, internamente entre los precandidatos no se veían justo, por razones obvias, que participara también en la contienda electoral interna el presidente de su partido.
Un factor importante para las elecciones del 2006 era la renovación de los consejeros del IFE. Aunque jurídica y técnicamente el IFE había quedado como un instrumento confiable y eficiente con la reforma del 96, y ya comprobado en las elecciones subsecuentes; esto era, siempre y cuando lo integraran personas honorables, con suficiente capacidad y se contara con el compromiso del ejecutivo y de los partidos de permanecer al margen. Los consejeros seguían siendo un elemento crítico porque eran los árbitros durante el proceso de la elección. Estos deberían ser consejeros ciudadanos sin ningún nexo con los partidos políticos. Lamentablemente, en esta ocasión prevaleció en su elección el interés particular del ejecutivo compartido con el interés partidista. Y en esta forma el Presidente y los mismos partidos políticos, desvirtuaron y contaminaron el proceso. Y lo peor fue; que se dio fue una arrebatiña, en donde el PRD se inconformó con el PRI por el pretendido reparto y se retiró –error craso—, dejando la elección de los nuevos “consejeros” en la Cámara de Diputados (desvirtuados por su liga partidista), en las manos del PRI y del PAN, quienes de común acuerdo, el 3 de noviembre de 2003, se repartieron la designación del nuevo Consejo del IFE; el PRI de Elba Esther Gordillo se llevó la presidencia y la mayor parte de los consejeros, mientras que el PAN se conformó con 3 de ellos (en cierta forma esto tenía sin cuidado al ejecutivo por su alianza con la lideresa) y el PRD se “lavó las manos” con su actitud pueril y quedó totalmente marginado.
Los puestos en el consejo del IFE se los repartieron el PRI y el PAN. En estas condiciones, el gobierno de Vicente Fox “echaba por la borda” lo que había hecho el de Zedillo en materia electoral, ya que lo que se estaba propiciando era la contaminación perniciosa del IFE, con el interés partidista y en este caso bipartidista, que a la hora de la elección presidencial resultaría crítico y determinante, influyendo en manera indirecta en el estrecho margen que se obtuvieron en los resultados. En este caso, los consejeros del IFE siguieron siendo ciudadanos, (no podía ser de otra manera) pero ahora cuestionados como consejeros ligados al interés partidista y designados por los dos partidos principales, que coartaban su independencia, contando ahora con la oposición sistemática, pero sin mayor efecto, del PRD.
Una de las primeras acciones trascendentes de los nuevos consejeros del IFE, para las elecciones del 2006, fue la aprobación (bajo consigna) de un partido que, en términos prácticos, era propiedad de Elba Esther Gordillo. En esta forma, un año después de constituido el nuevo Consejo del IFE, nacía el Partido Nueva Alianza (PANAL) como el séptimo partido nacional. Éste sería utilizado como instrumento operativo para tratar de manipular las elecciones del 2006 a través de los especialistas en transas electorales, los “fontaneros” del gremio de maestros del SNTE, con amplia experiencia y “técnicas” altamente sofisticadas en estos menesteres. En esta forma demostraba su eficiencia e “imparcialidad” el nuevo Consejo del IFE.
Sin haber razón las elecciones del 2006 se complicaron desde los inicios del sexenio porque, como ya nos dimos cuenta, no había transcurrido un año cuando se inició el coqueteo de la Pareja presidencial con Televisa y la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión a cuenta del erario. No se habían cumplido tres años de la Administración del presidente Fox, cuando él mismo, abrió la carrera por la Presidencia, irresponsablemente, sin más razón que prepararle el camino a su esposa. Pensaba que si a él le había dado resultado haberle dado un albazo a su partido en condiciones menos favorables, ahora con el aparato burocrático federal en general y en particular el de la Presidencia de la República, ambos a su favor, y además con el manejo arbitrario del presupuesto de la nación; “no habría quién los parara”. No se detuvo a pensar en las posibles consecuencias de sus acciones, soslayando y subestimando la posibilidad de que con esto se afectaría más la ya de por sí precaria marcha del País en perjuicio de todos sus habitantes, (o de casi todos). Sin embargo, para los Fox éste problema no importaba, porque para los propósitos de la Pareja presidencial solo existían dos problemas: uno de carácter interno, dentro de su partido, con doble faceta; y el otro, con la oposición representada por el PRD y el potencial candidato más peligroso, Andrés Manuel López Obrador, Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Las encuestas de popularidad ya lo ubicaban con un alto grado de posibilidades, (más del 50%), por lo que de hecho estaba convertido en un candidato potencial de dimensiones tales, que no podía dejarse pasar por alto.
El primer problema que tenía que solucionar la “Pareja presidencial” era ganar la elección interna del PAN, para lo cual habría que enfrentarse con el Secretario de Gobernación, Santiago Creel, éste se había perfilado desde un principio en la opinión pública como el precandidato presidencial con más posibilidades dentro del PAN, lo que ciertamente no le ayudó mucho en el desempeño de su función política. Tal vez esto influyó en la falta de efectividad negociadora durante sus casi 5 años de administración. Sin embargo por ser un subalterno, ellos pensaban que no representaría gran problema, como así fue. Lo que sí constituía un problema considerable era que dentro del PAN, como el mismo Fox en su oportunidad y ahora la Primera Dama; no las tenían todas consigo, cuando menos no para la carrera presidencial. Por lo tanto; para poder sacarles una delantera irreversible a todos los posibles opositores dentro de su partido necesitaría suficiente tiempo y mucho dinero, (que eso no era problema), y el tiempo fue precisamente lo que se trataba de ganar con la anticipación en cuestión. por lo que en esas condiciones, ellos pensaban que el PAN ya no podría tener ninguna objeción para nominarla. Y como ahora podremos entender, ésta era precisamente la razón para abrir tan temprano la carrera electoral, sin importarles que la marcha del país se complicara todavía más en forma prematura con el tema electoral anticipado.
El otro problema, era el peligro potencial que representaba para los propósitos de la “Pareja presidencial”; el Jefe de Gobierno del D.F., Andrés Manuel López Obrador, y sus altos índices de popularidad, que se manifestaban en forma creciente. Esto no era fortuito, ya que desde que Andrés Manuel llegó al Gobierno del Distrito Federal, inició una estrategia para convertirse en el candidato más fuerte del PRD a la Presidencia de la República y de aquí en adelante no desperdiciaría ni un solo día, ni un solo momento, ni un solo centavo del erario, para lograr su propósito. Cada una de sus acciones de gobierno tendría en primer lugar esa mira.
Desde la Administración pasada en el GDF, a cargo de la perredista Rosario Robles, ella había utilizado (indebidamente) una cantidad enorme, totalmente desproporcionada, de recursos del erario público en publicidad para el GDF, sin embargo esto era sólo en apariencia porque el verdadero propósito de ésta campaña publicitaria era la proyección de la imagen personal de la Jefa de Gobierno a nivel nacional. Este antecedente venía como “anillo al dedo”, para Andrés Manuel, quien al sumir el cargo, continuó y reforzó con creces esta acción caracterizada por el engaño, la falta de ética política y la ejecutó exactamente con la misma intención indebida de su antecesora.
La razón por la que AMLO se decidió por el proyecto de los segundos pisos en Viaducto y Periférico, (solución surgida hacía mas de medio siglo en ciudades de países desarrollados con población que se movía mayoritariamente en automóviles. (Solucione ya obsoleta)) además de que le permitirían manejar una enorme cantidad de recursos económicos en una obra nueva, fue también y principalmente porque le resultaba electoralmente más conveniente. Por un lado tradicionalmente este tipo de obras “dejan” un importante porcentaje (del 10 al 15%), para las autoridades responsables, vía corrupción institucional con el Vo. Bo. De la CMIC. Ya la anterior jefa de Gobierno en sus relaciones con el contratista Carlos Ahumada había dejado evidencia de esto. Por el otro lado, a pesar de que los “segundos pisos” beneficiarían principalmente a los usuarios de vehículos particulares, que representan una minoría de la población capitalina, en lugar de ampliar y reforzar las líneas del metro y del transporte colectivo, que son utilizadas por el 80% de la población y que podrían ayudar a descongestionar las actuales vialidades sirviendo a un mayor numero de población del DF; aunque esto resulte paradójico por el porcentaje de gente beneficiada en un proyecto y en otro; los segundos pisos, que beneficiarían a menos gente y eran una solución ya obsoleta, que además perjudicaba a la estructura urbana y afea la ciudad; tendrían un mayor impacto en su popularidad porque serían la “obra monumental” de Andrés Manuel. Esto sí que contaría en la conciencia (hasta cierto punto ignorante sobre soluciones técnicas) de la mayor parte del electorado fácilmente impresionable. En cambio, el metro y el sistema de transporte colectivo, que debieron ser los destinatarios de la inversión; ya estaban, no eran ni podrían ser su obra (electoralmente eran mucho menos rentable).
El GDF es la única entidad de gobierno cuyos costos de educación corren a cargo de la Federación, y aunque siempre es bueno tener más planteles e infraestructura educativa, esto no era una prioridad, ¡ah, pero hacer preparatorias (otro de los proyectos realizados por AMLO) para jóvenes en edad de votar, electoralmente eso sí que resultaría muy rentable! Por otro lado ¿Quién no tiene un adulto mayor en la familia? casi todos, y aunque es muy justo que la gente que ya pasó toda su vida trabajando, tenga en sus últimos años una ayuda que les haga más llevadera la vejez, sobre todo a los más necesitados que no tienen esa posibilidad. Sin embargo Andrés Manuel pensionó a todos, incluso a los que no lo necesitaban pero tenían la edad. Estas acciones aunque puedan tener un fin aparentemente justo, en este caso solo pueden entenderse si miramos su trasfondo electoral. Y así podríamos pasar juntos analizando cada una de todas las acciones de Gobierno de AMLO, y es rara la que no haya tenido como prioridad el interés y su promoción personal electoral.
En 2004 salieron al aire mediante la TV una serie de “video-escándalos” con filmaciones que obtuvieron gentes del Gobierno Federal; en algunas de ellas, aparecía en varias ocasiones Gustavo Ponce, Tesorero del GDF, en un casino del Hotel Bellagio, en Las Vegas, EU., derrochando en apuestas. En otros videos aparecía René Bejarano, destacado líder popular del PRD, coordinador de la bancada de ese partido en la Asamblea Legislativa del D.F. y ex-Secretario Particular de AMLO, así como otros funcionarios del Gobierno de la ciudad ligados con el PRD, filmados, cada uno por separado, llenando maleta y bolsillos con miles de dólares en efectivo que les proporcionaba Carlos Ahumada, contratista del GDF consentido de Rosario Robles. Al ser dados a conocer estos videos a la opinión pública por un diputado del PAN a través de Televisa, seguramente los asesores y consejeros de la Pareja presidencial –aunque seguramente ellos tuvieron que ver en esto—, exclamaron entusiasmados, ¡Eureka!, por el impacto que los videos tendrían y porque esto era lo que necesitaban. Ahora sí, pensaban ellos que podrían montar una estrategia para sacar de la carrera electoral por la Presidencia al Jefe de Gobierno del D.F., supuestamente desprestigiado y de capa caída por la evidente e innegable corrupción de su gente. Esta información en su poder, les daba la oportunidad, según ellos, de darle el golpe de gracia a AMLO para librarse de él en forma definitiva. Y para esto ya estaban preparados; habría que someterlo a juicio por el incumplimiento de una orden judicial por parte del GDF. Esta orden había sido emitida como resultado de un juicio de amparo para detener la construcción de una vía de acceso a un hospital a través de unos terrenos en disputa. Aunque la obra ya se había detenido, pero no había sido en el tiempo legal y aunque no necesariamente tenía que ser el Jefe de Gobierno el responsable directo –en un Gobierno tan grande, con tantas obras y tantos funcionarios con responsabilidad legal, como lo es el del de la Ciudad de México—, y aunque situaciones judiciales por incumplimiento de este tipo se dieran en forma común y constante en todos los niveles de gobierno en toda la República, esto no importaba; lo verdaderamente importante era tener una causa para su propósito y demostrar que en México “existe un Estado de derecho y que ninguna autoridad puede estar al margen o por encima de la ley”. El propósito era que una vez siendo enjuiciado y condenado, Andrés Manuel ya no podría contender en las próximas elecciones presidenciales. Así de fácil.
Como Andrés Manuel López Obrador era funcionario público, y a los funcionarios públicos de ese nivel en México se les concede fuero y no pueden ser llevados a juicio entonces había que “desaforarlo”. Este procedimiento debía realizarse ante la Cámara de Diputados. Ése tampoco sería problema porque ya se había previsto también y logrado, (para esto sí), una negociación entre el PAN y el PRI. Los partidos no se podían poner de acuerdo para sacar adelante al país. Pero sí para eliminar a un enemigo político común, y esto lo hacían ambos partidos con profundo sentido “ético” y “democrático”. Naturalmente, en estas condiciones, el desafuero procedió y todo les hubiera salido muy bien si no fuera porque la medida era tan burda, tan grotescamente y antidemocrática; que prendió la indignación en gran parte de la sociedad y se dio un gran movimiento nacional, casi en forma espontánea: la Ciudad de México se inundó de manifestantes como nunca se había visto, enarbolando una contundente y enérgica protesta, en una marcha desde el Paseo de la Reforma hasta el Zócalo. Ante la magnitud de lo que habían provocado, Vicente Fox, sus consejeros, el PAN y el PRI, tuvieron que dar marcha atrás y comprometerse a no continuar con la terminación del proceso legal que inhabilitaría a Andrés Manuel López Obrador como candidato.
El muerto ¡verdaderamente resucitó! y ahora si venía quitándose los vendajes, del embalsamamiento del desafuero y con mucha más fuerza creció considerablemente el precandidato en potencia. De esta manera, la estrategia, al Presidente y “compañía” les salió totalmente contraproducente. Andrés Manuel López Obrador contraatacó afirmando que “todo había sido un complot” en su contra, para hacerlo a un lado; en lo cual no le faltaba razón. Aunque sí bien pudiéramos estar, totalmente de acuerdo con él en esto toda vez que; era más que evidente. Sin embargo los funcionarios del GDF exhibidos en los video-escándalos no eran actores, no habían sido ficticios ni obligados para hacer lo que quedó grabado; fueron reales y nunca pudieron negar lo que también era más que evidente. Sin embargo, después de que el Gobierno Federal se desistió de lograr su inhabilitación, AMLO se salió por la tangente y nunca enfrentó este hecho no solo bochornoso, sino inaceptable por exhibir semejante grado de corrupción entre sus allegados y sin haber dado nunca ninguna explicación al respecto. Y es que esto lo dejaba entre la espada y la pared, porque si ya lo sabía, podría por lo menos acusársele de complicidad y exigírsele enérgicamente una explicación, incluso su destitución, y si no lo sabía, malo también, porque denotaría, cuando menos, falta de capacidad para cumplir con su presente responsabilidad pública y pondría en serio cuestionamiento su capacidad para una responsabilidad mayor como la Presidencia de la República.
Con relación al desafuero; Durazo, el mismo secretario particular de Fox comenta: “Con frecuencia pensé que en Los Pinos se estaba jugando con el país como si se tratara de una casa de muñecas. Algunas decisiones que ahí se tomaban –como el propio proyecto presidencial de Marta Sahagún y el desafuero de López Obrador— me causaban tal nivel de contradicción que deseaba íntimamente que fracasaran”.[1] Con la renuncia de Durazo hecha pública; a la Pareja presidencial no le quedó más remedio que abandonar el proyecto sucesorio que les garantizaría la continuidad de una forma de vida a la que ya se habían acostumbrado, e incluso, ¿por qué no?, (pensaban ellos) el establecimiento de una posible “dinastía”, y sobre todo, y de manera muy importante, la impunidad para la pareja y para toda la familia. Por lo tanto, ahora volviendo a la cruda realidad, paradójicamente deberían apoyar con todo, a la candidatura de Santiago Creel, quien de resultar electo como Presidente, sería su protector y “tapadera”. De no ser así, una vez llegado el término de su mandato, quedarían totalmente desprotegidos, ya que incluso la Cámara de Diputados se encontraba investigando la riqueza “inexplicable” de los hijos de Marta Sahagún. Aunque no se encontraran pruebas jurídicas válidas en su contra, cuando menos en su Administración, nada garantizaba que éste y otros muchos más asuntos pendientes de la “Pareja presidencial”, su familia y asociados, no se pudieran complicar una vez habiendo dejado el poder.
A mediados del 2004, Felipe Calderón, Secretario de Energía, fue “destapado” por Francisco Ramírez Acuña gobernador de Jalisco, como candidato a la Presidencia de la República, durante una gira que aquel realizaba por Guadalajara; el Gobernador del Estado, a la antigua usanza del PRI, lo propuso ahí como un presidenciable. Dadas las circunstancias y los planes de Fox, este acto era imperdonable e inaceptable. Por lo que fue duramente reprendido en público por el propio Presidente, lo que de hecho lo inhabilitaba para seguir al frente de la Secretaría y motivó que presentara su renuncia como miembro del Gabinete. En esta forma, inició desde entonces, y ya de tiempo completo, su campaña, por lograr la nominación de su partido. Después de pronósticos contrarios a su nominación, su candidatura sería ayudada providencialmente por un acto que, en la opinión pública, sería calificado por lo menos de una rampante estupidez política, cometida por su contrincante más fuerte, el ex-Secretario de Gobernación, Santiago Creel. Éste, unos días antes de renunciar a su cargo, había otorgado una cantidad increíble de concesiones para explotar casinos, principalmente a gentes ligadas de siempre, con el Sistema Político Mexicano, empresarios adictos a éste; entre otros estas fueron entregadas a: Apuestas Internacionales S.A. (de Televisa), “por razones obvias”, para la explotación del juego en 130 casinos en 25 entidades federativas a través de sendas concesiones oficiales por 25 años cada una (casi nada); de igual forma favorecía con 68 concesiones más a varias personas, entre ellas a Olegario Vázquez Raña, amigo y protegido de Marta Sahagún y próspero empresario de medios de comunicación desde tiempos de Echeverría y amigo de este. A éste último, de tres centros de apuesta que ya tenía, se le aumentaron a veinte; también se favoreció a otras personas con varias concesiones, entre ellas a dos amigos de Manuel Bribiesca Sahagún, (hijo de Marta) en donde presuntamente él mismo podría haber estado involucrado. Habría que preguntarse si en todo este despropósito no estuvo metida la mano de Fox y de su esposa, porque solo así se podría comprender este acto suicida de Creel. Todo este favoritismo, aparentemente de Creel, quedó descrito en un artículo de Jenaro Villamil y Juan Pablo Proal, publicado por la revista Proceso en su número 1573, titulado “Juegos perversos”, en donde también los autores describen ampliamente el terrible mal para la sociedad (ludopatía) que, además de esquilmarlos lesiona a la sociedad misma, con la proliferación de este tipo de establecimientos. Un hecho burdo y deshonesto como este, que favorece al crimen organizado, naturalmente tuvo efectos contrarios para el ex-Secretario de Gobernación, tanto en la sociedad mexicana como para la elección interna de su partido, favoreciendo a Calderón quien además era considerado como miembro distinguido del ala tradicionalista y conservadora del PAN. Y ante el desprestigio de Creel, finalmente FCH ganó (de rebote) la candidatura de Acción Nacional.
A Vicente Fox no le quedaba otra opción, y de inmediato tuvo que apechugar y cambiar de candidato como si no hubiera pasado nada. Ahora con renovados bríos y con gran preocupación porque pensaba que de no ganar Calderón en las proximas elecciones, entonces sí que la Pareja presidencial se vería en serios aprietos dadas las circunstancias y el desbarajuste al que habían llegado las cosas con sus previsiones electorales fallidas y la perversidad y corrupción a la que había llegado su administración. La verdad es que la situación crítica por la anarquía política a la que se había llegado en todos los campos, ahora más que nunca hacia necesario para los Fox, contar con Calderón como su salvaguarda y “tapadera” al ganar la presidencia. Por lo tanto, Fox no habría de escatimar recursos públicos y privados ni esfuerzo ni presiones personales a quien fuere necesario para lograr ese propósito. Además, contaba con sus consejeros, traídos ex professo del extranjero. Como ya lo he señalado, los hechos demuestran la probable hipótesis de que hubo una negociación de Fox con el ex-presidente Salinas para obtener su consejo, garantizándole que ya no habría más amenazas de persecución en su contra, asegurándole impunidad y que podía retornar a México con toda confianza, lo que de hecho se dio en forma definitiva desde el 2005, además lograría la libertad de su hermano Raúl; a cambio, Fox recibiría su “asesoría” política y “buenos oficios” para su función como presidente y para “preparar” las elecciones del 2006. Las evidentes ligas de Ahumada con Salinas y Diego Fernández de Ceballos así lo demuestran. Además para Salinas resultaba muy atractivo su “mutis”, la libertad de su hermano y el poder influir en los gobiernos de oposición y eventualmente preparar el regreso de su partido y de él mismo. En igual forma contaban también con la aliada de la Pareja presidencial y de Salinas,
la entrañable amiga de doña Marta, la también “doña”, Elba Esther Gordillo, junto con sus hijos putativos bien colocados en todas las esferas de poder y sus relaciones que habían crecido, al amparo que el mismo presidente Fox le había dado durante todo el sexenio, creando, de esta señora, un Frankenstein político que como hidra mitológica de múltiples cabezas, era muy difícil de cortárselas de un solo golpe.
Habiendo renunciado a sus aspiraciones presidenciales la “Pareja presidencial”, pensaba que todavía podría haber un “plan B” para la señora Marta, aunque de menor poder, comparativamente hablando, pero nada despreciable y esto podría ser la obtención de la jefatura del GDF. En este plan, el contrincante a vencer o hacer a un lado era ahora Marcelo Ebrard, Secretario de Seguridad Pública del GDF.
El 23 de noviembre de 2004, miembros de la comunidad de San Juan Ixtayopán, en la Delegación Tláhuac, en los límites del D.F. con el Estado de México; se cometió el terrible linchamiento de tres miembros de la Unidad Antiterrorismo de la Policía Federal Preventiva (PFP), que desde días antes realizaban investigaciones sobre el tráfico de drogas al menudeo frente a una escuela, por supuesto sin identificarse. Estos despertaron de inmediato la sospecha de la gente, que atemorizada por la posible existencia de secuestradores de niños, incontenibles arremetieron en contra de ellos golpeándolos despiadada y salvajemente. Resulta muy sospechoso que hubo tiempo suficiente para que llegaran las cámaras de televisión y se filmaran y transmitieran los actos de barbarie con profusión de detalles, pero la PFP, a la cual también se le dio aviso y se solicitó de inmediato ayuda para auxiliar a sus compañeros, por órdenes superiores no se movió y sólo fue hasta el último momento en que 10 policías judiciales rescataron al único superviviente de la turbamulta enardecida, curiosamente ya preparada con combustible para quemarlos.
Así sucedió, sin embargo, sería absolutamente irresponsable, criminal e imperdonable si esto hubiera sido parte de un plan predeterminado para aprovechar situaciones como ésta y dejarlas crecer, como lo habían hecho con el caso de Oaxaca, ahora para crearle problemas al GDF y fabricar culpables útiles con fines electorales. A la Delegada de Tláhuac se le acusaba en los medios, de supuesta relación con la red de corrupción de Carlos Ahumada. En el caso Tláhuac, se realizaron arrestos múltiples contra culpables inventados, y más si tenían alguna relación con el GDF. Se dio el caso circunstancial de que en ese barrio vivía, y casualmente allí estaba, en ese momento, descansando en su casa con su familia, un guardia de la seguridad personal del presidente de FEMSA, importante grupo industrial del Norte; lo arrestaron porque al identificarse mostró su credencial como miembro del Departamento de Seguridad del GDF. Esto fue razón más que suficiente para que permaneciera en la cárcel por 10 meses como presunto culpable, junto a muchos otros, sin valerle a él los recursos jurídicos incontrovertibles presentados por su defensa, ya que se trataba evidentemente de un caso “político”.
Aprovechando el linchamiento, Vicente Fox no perdió oportunidad y como legalmente tenía poder, destituyó de inmediato y sin justificación clara a Marcelo Ebrard. Después de que no pudieron inculpar judicialmente a Marcelo Ebrard. AMLO lo restituyó en el GDF como Secretario de Desarrollo Social. Aun después de esto, las encuestas de opinión para la sucesión de Jefe de GDF favorecían abrumadoramente a Marcelo Ebrard. Posteriormente Andrés Manuel López Obrador sería postulado por el PRD como candidato a la Presidencia de la República y Marcelo Ebrard a la Jefatura del GDF.
Las elecciones para el candidato del PRI a la Presidencia de la República, se complicaron por la pretensión de su presidente, Roberto Madrazo, de participar él también como precandidato, lo cual “se solucionó” con la renuncia de éste a la presidencia del partido. Sin embargo, el resto de los precandidatos y algunos gobernadores priistas hicieron frente común en contra de la candidatura del ex-presidente de su partido, organizándose para que, mediante “sesudos” sondeos de opinión, pudieran seleccionar al mejor de ellos para enfrentar a Madrazo. Aquí le dieron otra vez “machetazo a caballo de espadas” porque o no se dieron cuenta, o subestimaron el hecho de que ganaría el que dispusiera de mayores recursos del erario para su promoción personal. En estas condiciones, no sin haberse dado algunas escaramuzas y roces internos entre ellos mismos; seleccionaron como el mejor de todos, por supuesto, al Gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, quien había gastado una cuantiosa suma en propaganda supuestamente para su Estado, aunque en realidad la utilizó para su promoción personal a nivel nacional y en los principales medios, también por cuenta del erario. Tan efectiva había sido la propaganda que hasta sus propios contrincantes y compañeros se la creyeron. En ese momento, se inició en realidad la contienda interna entre Roberto Madrazo y Arturo Montiel por la candidatura del PRI. Madrazo, que suponía por razones obvias que Montiel sería el “mejor”, se había abocado a recabar información personal de su posible contrincante, la cual hizo pública, exhibiendo, lo que se ha dado en llamar la riqueza inexplicable del Gobernador del Estado de México. Debe estar mal el termino, porque si nos fijamos bien, este tipo de riqueza resulta muy explicable, tan comprensible como el origen de la fortuna escondida en la cueva que descubrió Alí Babá. Lo que pasa es que no es “justificable” si nos atenemos a las percepciones recibidas por los puestos burocráticos que han desempeñado. Entonces no se justificaba que, por ejemplo; Arturo Montiel tuviera –según se publicó— apartamentos en París, casas palaciegas en Acapulco y en España, y que; en su misma declaración de bienes se asentara que había llegado con 2 millones en propiedades a la gubernatura y terminara con 111 millones, como publicaron algunos periódicos. Esto sí que era injustificable y tan inaceptable le pareció a la opinión pública, que tuvo que renunciar a sus aspiraciones y a la Gubernatura para que se llevara a cabo una investigación “a fondo, hasta las últimas consecuencias”, ¡no faltaba más!, “caiga quien caiga”, investigación que iba a llevar a cabo, nada menos que su sobrino Enrique Peña Nieto ya como gobernador del Estado. Por supuesto no cayó nadie, y EPN encubrió a su tío con el resultado de una investigación had hoc.
Ante la renuncia del “mejor” candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado, se mostró gratamente “sorprendido” cuando fue designado por su partido, el PRI, como si él fuera realmente el “mejor” candidato para las elecciones presidenciales. Indudablemente había demostrado ser mejor, como lo reconocieron todos sus compañeros contendientes públicamente; no importaba que a él también se le señalara como poseedor de una riqueza injustificable, si había podido gastar casi 39 millones de dólares en su campaña política por la Gubernatura de Tabasco, bien podría tener, como se le demostró en la prensa, lujosos apartamentos en Miami y una cuantiosa fortuna, no importaba tampoco que solo hubiera desempeñado puestos burocráticos en toda su carrera política y que con los sueldos recibidos no se justificara el monto de su riqueza. Todo eso, dentro del SPM que los protegía y en el que estaban inmersos él y su partido, era peccata minuta.
Así quedaban definidos los partidos contendientes para las elecciones presidenciales del 2006 y sus candidatos: al PRD se sumaron el Partido del Trabajo (creación de los Salinas) y el Partido Convergencia, formando la “Coalición por el Bien de Todos” con Andrés Manuel López Obrador como su candidato; al PRI se sumó el Verde Ecologista, quedando como la “Alianza por México” con Carlos Madrazo Pintado, mientras que por el PAN se postuló a Felipe Calderón Hinojosa. A estas coaliciones y partidos se agregaron dos más: el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, que postuló a Patricia Mercado, y el Partido Nueva Alianza, (el de la “maestra”), que lanzó como candidato a Roberto Campa Cifrián. ¡Muchos partidos! Si todos los partidos realizaran una labor por el bien de México en primera instancia, y tuvieran un interés político legítimo y un plan concreto para el futuro del país, fueran congruentes con sus principios ideológicos y además tuvieran una auténtica representatividad de los diferentes grupos sociales con intereses legítimos, con verdadero peso específico, serian un elemento indispensable en nuestra democracia. Pero si son todo lo contrario de lo arriba señalado y si resultan ser tan onerosos como lo son; yo pienso que son una carga excesiva no solamente inútil, sino dañina, y que los mexicanos no tenemos porque soportar ese tan pesado lastre.
Desgraciadamente, y al fin de cuentas, como siempre, los partidos solo presentaron candidatos, y no opciones de gobierno concretas y bien definidas, mucho menos soluciones creativas e innovadoras para enfrentar la problemática en el presente, en el corto, mediano y largo plazo, con visión de futuro. Era como si una sola persona, por sus cualidades particulares intrínsecas y como por arte de magia, tuviera la solución o fuera en sí misma la solución para todos los problemas nacionales. La discusión divagó alrededor de la continuidad del modelo neoliberal que se ha aplicado en México en los últimos años, identificado principalmente con la derecha y sus partidos el PAN y el PRI, sin ninguna propuesta concreta por los opositores. Por otra parte, se cuestionó al TLC sin la suficiente claridad y sustento; la defensa a ultranza de la no privatización de PEMEX y la CFE, y en general del sector energético, fue hecha por parte del PRD y el PRI. Agregándose un compromiso de recorte a los sueldos de los funcionarios públicos de alto nivel por parte del PRD. Sí se dio en cambio; el enfoque mercadotécnico de las campañas, mediante la utilización intensiva de la radio y la televisión, y por qué no, sí había dinero de sobra. Ahora podría ganar el que contara con más recursos económicos y humanos para manipular y manosear las elecciones en contra de la democracia. Bajo esta panorámica, gran parte del confundido electorado hubo de llegar a la conclusión de que la votación no iba a poder ser por la mejor opción (candidato y partido), sino por el menos malo.
En un clima electoral, ya de por sí “encapotado”, a pocos meses de la elección, en febrero de 2006, ya se daba la ventaja de casi diez puntos al candidato del PRD sobre el del PAN, mientras el PRI quedaba en un retirado tercer lugar. Entonces, los de la derecha más radical y extrema del panismo, aliados con el Consejo Coordinador Empresarial; recurrieron a la “guerra sucia”, a la guerra del miedo, a la que lleva implícita una mentira o una verdad a medias, sin importar los procedimientos éticos. Según ellos, “en la guerra como en los negocios todo se vale”. No solamente aceptaron la guerra sucia como medida desesperada para “ganar” las elecciones, sino como después se comprobaría; el PAN instigado por Fox tendría que vender su alma al diablo, a los “aliados” del Presidente, expertos en artimañas para esos menesteres, antes y a la hora de la elección. Por lo que, el partido, pero lo que es peor, su candidato, quedaría como rehén; de quienes los ayudaron a ganar las elecciones de manera ilegítima.
Con relación a la guerra sucia, ésta fue muy efectiva a través de los muy bien pagados y comprados medios de comunicación. Yo no estoy en contra de que se den a conocer todos los aspectos negativos de los candidatos, pero todo depende de cómo se haga, porque en México desgraciadamente hay gente, incluso muchos con preparación académica universitaria que todavía creen en el Chupacabras, y que sucumbieron ante los efectos de una campaña de guerra del miedo por televisión, radio e Internet, diseñada por técnicos extranjeros especialistas en la materia, bien pagados y traídos ex professo. Como era su propósito; fácilmente se contagió el miedo entre la comunidad, que en forma pueril, pero entendible, ésta reaccionó asustándose con “el petate del muerto” que significaba el “comunismo populista” y la amenaza de convertir a México en uno de aquellos países del área de influencia de la antigua Unión Soviética, que ahora son cosa del pasado, pero que permanecen, y con razón, en las mentes de los mexicanos como algo indeseable; sin recapacitar lo suficiente, en que no existe demasiada diferencia de aquellas dictaduras con la que de hecho sigue prevaleciendo en México aun después del triunfo de “la oposición”.
Hay que reconocer que algunos personajes que rodeaban al candidato del PRD y muchos de los desplantes soberbios de Andrés Manuel, por sí solos inspiraban al menos cierto temor en algunas gentes no ignorantes. Desgraciadamente, la evidencia que aquí, y en esta forma se dio, es patética, porque demuestra que en México todavía existen multitudes susceptibles de ser manipuladas electoralmente mediante el miedo, la presión o la dádiva como quedó demostrado. Remataban el mensaje diciendo: “López Obrador es un peligro para México”. Por su parte, el Consejo del IFE, que como árbitro no se distinguía mucho de cualquier otro espectador y que solo actuó ya demasiado tarde, sin evitar a tiempo, (lo que se sintió a propósito), que el candidato del PRD siguiera siendo atacado con artimañas cuestionables. Esto representó otra prueba más de la calidad del nuevo IFE, contaminado con el interés ilegitimo del Presidente y de los partidos políticos.
Mucho contribuyó a la debacle del PRD; la actitud pasiva que, por soberbia o exceso de confianza, “políticamente soy indestructible”, solía decir AMLO, que solo reaccionaría ya muy tarde ante la campaña del miedo. Al contrario, distraído, disfrutara embelesado ante los festejos que le hacía la multitud cuando él, en los mítines públicos se dirigía al Presidente de la República diciéndole “¡Ya cállate, chachalaca!” no se daba cuenta que esto lo hacia faltarle al respeto a la persona y también al Presidente, repitiéndolo una y otra vez, incansable ante la algarabía y el regocijo de sus seguidores, pero también ante la reprobación de la mayoría del electorado. Asimismo influyó en forma negativa que rehusara presentarse al debate en televisión con los otros candidatos. Y para rematar, y como prueba de la participación de la ultraderecha, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se sumó personalmente, comprometiendo a la institución como patrocinador y promotor de la guerra sucia y de la campaña del miedo en contra de AMLO, con esto no quedaba ninguna duda de a quién le habían apostado.
Andrés Manuel respondió y contraatacó muy tarde. El daño ya estaba hecho. Finalmente se presentó al debate, en donde no le fue mal. Al final de éste, enseñó información acerca de contratos millonarios que una empresa propiedad de uno de los cuñados de Calderón había obtenido del sector energético cuando él era el Secretario de Energía. Ahora se presentaría a las elecciones con un virtual empate técnico con Calderón, en las preferencias electorales (aunque las encuestas y las compañías encuestadoras ya no eran confiables). Pero todavía faltaban los efectos de la gestoría de Elba Esther Gordillo en favor de Calderón ante algunos gobernadores priistas del Norte y el centro, complementado con el manipuleo electoral a través de sus “especialistas” del SNTE en las actas y en las casillas que se pudiera, preferentemente en las no cubiertas por el PRD. Esto último supuestamente lo pudieron hacer, gracias a errores garrafales del comité de campaña y del propio AMLO en la organización necesaria para cubrir el 100% de las más de 130,000 casillas distribuidas en todo el territorio nacional, lo cual no era imposible hacer porque contaban con la gente necesaria para esto y más.
Dadas las irregularidades electorales previamente detectadas por el PRD, era de esperarse que este estuviera bien y oportunamente preparado, y si además sabían que para ellos no eran de confiar los consejeros del IFE, entonces esto de cubrir el 100% de las casillas resultaba verdaderamente crítico, porque sería vital contar con todas las actas después de la elección, validadas con las firmas de sus representantes, para cualquier inconformidad o aclaración postelectoral. Parecería increíble, pero por irresponsabilidad o corrupción, la gente de AMLO solo pudo cubrir 72,000 de las más de 130,000 casillas, menos del 60%.
Oscar Camacho y Alejandro Almazán nos dicen: “Fue sin duda, la de López Obrador, la campaña de un caudillo que se creyó infalible, indestructible. Que nunca trabajó en equipo, que nunca escuchó a nadie. Y por eso, la responsabilidad del resultado final no podrá endosársele a nadie más que a él. […] El error de López Obrador se hacía presente. Por haber decidido que las redes lopezobradoristas cuidaran la elección federal y que el PRD se hiciera cargo de los comicios locales, había descuidado la tarea fundamental, lo que demostraría su triunfo. Con lo que quizá podría exhibir la derrota de Calderón. Un dato: en el Distrito Federal, las redes, no el partido, cubrieron únicamente cuarenta por ciento. El colmo.”[2]
A pesar de que en sus devaneos Fox creía que iba a ser considerado como Madero, “apóstol de la democracia”. La verdad es que nadie tuvo una actitud menos democrática que él y por lo tanto su partido el PAN, al no hacer nada por evitarlo. En su obsesión por no quedar desprotegido, ni él ni su pareja, cometió tantas irregularidades, que de probarse pueden ser tipificadas como graves delitos electorales. Se le acusó de muchas cosas y con razón: de presionar a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; de hacer pactos con gobernadores priistas emproblemados –como el “gober precioso” de Puebla, a quien se le acusaba de abuso de autoridad para proteger a un pederasta acusado de pornografía infantil— para dejarlos en paz a cambio de influir en sus feudos para inclinar la balanza y que los priistas votaran a favor de Calderón (Puebla fue uno de los estados en donde más votos obtuvo Calderón); de negociar una vez más con Elba Ester Gordillo para que en su partido PANAL, cuando menos para Presidente, votaran por Calderón; de gastar en los cinco meses anteriores a las elecciones 1,709 millones de pesos, en spots de radio y televisión, provenientes de fondos públicos utilizados furtivamente para reforzar la campaña de Calderón e indirectamente en contra de AMLO, por medio de un bombardeo de 3,800 spots diarios. En estas condiciones se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, más irregulares, más manoseadas, que por sus resultados fueron también sólo en apariencia las más competidas. Con excepción de los resultados para Presidente de la República, los otros resultados fueron aceptablemente normales, lo cual no deja también de ser una verdadera contradicción.
De acuerdo con la información oficial del IFE, la votación total el día de las elecciones fue de 41,791,322 votos, de los cuales Felipe Calderón Hinojosa obtuvo 15,000,284 equivalentes al 35.89% del total. Para Andrés Manuel López Obrador, 14, 756,350 votos, equivalentes al 35.31%. Para Roberto Madrazo Pintado, 9, 301,441 votos, equivalentes al 22.26%. Para Patricia Mercado Castro, 1,128,850 votos, equivalentes al 2.70%. Para Roberto Campa Cifrián, 401,804 votos, equivalentes al 0.96%., 904,604 votos fueron anulados, mientras que los 297,989 restantes se emitieron a favor de candidatos no registrados.
El presidente del IFE, después de proporcionar la información oficial anterior, arriba señalada, incurrió en una grave falta, muy grave, al declarar ante la nación que “la regla de oro de la democracia establece que gana el candidato que tenga más votos”. “Han sido los ciudadanos, y solo ellos, quienes han decidido el resultado final” dando de hecho como ganador a Felipe Calderón. Se le olvidó que el resultado final lo determinaba el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, una vez habiendo sido calificada la elección, como era su exclusiva responsabilidad, y sólo después de haber atendido todas las inconformidades y declarar o no presidente electo. Lo que así fue más tarde. En una entrevista de televisión en el programa Punto de Partida con Denise Maerker; Felipe Calderón aseguró: si gano será, como dicen en mi tierra, ¡haiga sido como haiga sido¡(sic.), expresión muy poco afortunada.
Después de conocer las impugnaciones del PRD, el 5 de septiembre de 2006, con las cifras modificadas con votos adicionales para Andrés Manuel y el recuento de las casillas impugnadas, López Obrador todavía era superado por su oponente en 233,000 votos. Con estos resultados como definitivos se declaró Presidente Electo a Felipe Calderón Hinojosa por una diferencia de 0.56% con respecto a Andrés Manuel López Obrador. El TEPJF logró la aprobación mayoritaria de la opinión pública por su fallo, más que nada por la actitud de rebeldía y cuestionamientos sin pruebas y por el malestar ocasionado a la comunidad con injustos y contraproducentes bloqueos del PRD, como el ocurrido en el Paseo de la Reforma.
El TEPJF no emitió su fallo, sin antes reprender “enérgicamente” a Fox y al Consejo Coordinador Empresarial, por su intromisión en el proceso electoral. Esto último pareció ser una broma de humor negro, por parte de los magistrados, además de quedar en evidencia la necesidad de una legislación apropiada para castigar este tipo de faltas que son, sin lugar a dudas, muy graves, y en un verdadero Estado de derecho no deben de quedar impunes.
Andrés Manuel López Obrador se proclamó Presidente Legítimo, sin la validación fundamentada en la ley, ni en el fallo del TEPJF; pero lo que es más grave, sin ninguna evidencia legal propia, porque le faltaban casi la mitad de las actas de la elección para poder probarlo, ya que sólo habían podido cubrir, como lo hemos visto, escasamente el 60 % del total de las casillas. Exigió el recuento de todas las casillas “voto por voto” y pienso que esto hubiera sido lo mejor para no dejar dudas sobre un resultado en entredicho. Además esto serviría para no tener que guardar los votos, o después quemarlos, como sucedió con el fraude de 1988. AMLO Calificó de “espurio” a Calderón y amenazó con no permitir el rendimiento de la protesta de ley en el Congreso de la Unión.
Textos tomados del Ensayo “México y su Realidad” 3a Edición de Antonio Fuentes Flores
[1] Alfonso Durazo, Saldos del Cambio (México: Plaza & Janés, 2006) 231.
[2] Oscar Camacho y Alejandro Almazán, La victoria que no fue (México: Grijalbo, 2006) 84, 152.