¿Cómo afecta la revolución de los datos masivos a nuestra vida diaria?

elEconomista.es
5/07/2013 - 13:48
  • 'Big data. La revolución de los datos masivos' es un ensayo único en su campo
  • V. Mayer-Schöenberger y K. Cukier analizan la revolución de los datos al detalle
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Imagen de Thinkstock.


El intercambio de datos masivos que rodean nuestro día a día ya se puede considerar una revolución en toda regla. Han cambiado la forma de hacer negocios, la sanidad, la política, la educación, la innovación y en general la vida.

Precisamente por eso, dos grandes expertos en la materia, Viktor Mayer-Schöenberger y Kenneth Cukier, acaban de escribir Big Data. La revolución de los datos masivos. En este libro analizan qué son los datos masivos, cómo nos pueden cambiar la vida, y qué podemos hacer para defendernos de sus riesgos. Con el caso de Edward Snowden de plena actualidad el análisis de estos dos autores no puede venir más a cuento.

De la información a la predicción de patrones

Hasta ahora, la información era escasa, cara y difícil de conseguir, por lo que el objetivo es que fuera de buena calidad para que lo que se dedujera a partir de ella resultara válido. Pero todo eso ha cambiado: ahora mismo, la recopilación y almacenamiento de datos masivos (los Big Data) se ha simplificado hasta el extremo de que la cantidad de información se duplica, como mínimo, cada dos años.

Con esas cantidades ingentes de datos, resulta más interesante encontrar el qué que el porqué de las cosas, lo que supone un drástico cambio de enfoque en la forma de ver el mundo: el valor de la información no reside en los datos concretos, sino en la forma de correlacionarlos para descubrir patrones que ni siquiera se habían imaginado (ni, por supuesto, buscado de forma intencionada).

En este mar de información, merece la pena tolerar la imprecisión, la confusión, "aceptar el desorden natural del mundo", si a cambio se obtiene "un sentido más completo de la realidad". Y ese nuevo sentido se alcanza a través de las predicciones basadas en correlaciones, capaces de extraer auténtico oro de la "minería" de los datos.

Los sospechosos habituales

Todos conocemos a los sospechosos habituales: Google, Amazon, Facebook, las compañías telefónicas y sus aplicaciones. Pero de lo que quizá no seamos tan conscientes es de que prácticamente cada gesto y cada decisión nuestra implica alimentar a ese insaciable devorador de datos: incluso cuando se nos solicita copiar esas letras tan raras que aparecen en las pantallas para identificarnos como personas al darnos de alta en una página web, estamos ayudando a Google a interpretar las palabras que su lector óptico no ha logrado ver bien al digitalizar los libros de su Google Books.

En Estados Unidos, un padre se quejó airado a Target, una de las cadenas de descuento más importantes, cuando vio que su hija adolescente recibía cupones para ropa de bebé; pocos días después, se disculpó: efectivamente, estaba embarazada, y su patrón de búsquedas la había delatado.

Y los ejemplos son innumerables: los sensores en los camiones de UPS ayudan a optimizar rutas y ahorrar combustible y las calificaciones financieras del riesgo crediticio permiten predecir la probabilidad de que un paciente tome su medicación.

¿Cambiaremos la moral por datos deterministas?

Vivimos en un mundo en el que la "datificación" -el proceso por el que se plasma un fenómeno (incluso un estado de ánimo) en un formato cuantificado para su tabulación y análisis- es incesante, y sus consecuencias van a implicar un cambio de paradigma tan importante como el de la invención de la imprenta. Pero precisamente por su trascendencia hay que prevenir los riesgos que puede conllevar semejante proceso, y no sólo los obvios, como la falta de intimidad o el robo de datos: en un mundo basado en las correlaciones, existe también el peligro, advierten Mayer‐Schönberger y Cukier, de perder la perspectiva y llegar a creer que los datos nunca mienten, de pretender sustituir la moral y el libre albedrío por la predicción determinista. Se podría, de hecho, detener a alguien simplemente por la probabilidad de que cometiera un crimen, contraviniendo todos los principios legales en vigor actualmente.


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