Últimamente los implantes cocleares han cobrado muchísima importancia en la opinión pública, y no sólo por la difusión científica entre lasociedad, sino que los diversos videos que circulan por internet también han contribuido a ello, como el del bebé de 8 meses que escucha por primera vez la voz de su madre, o el de la joven de 29 años de edad que escucha por primera vez y se emociona hasta las lágrimas. Éstos son sólo dos ejemplos de cómo cambia la vida de una persona la capacidad de oír.
Por esto encontramos muy apropiado traducirles y presentarles este artículo redactado por la agencia noticiosa North County Times que viene referido a los pros y los contras de los implantes cocleares, para que la gente pueda informarse un poco más al respecto:
Un estudio reciente en la revista Nature informó que los investigadores fueron capaces de restaurar la audición de un animal utilizando células madre, un avance que probablemente acerca a la ciencia a una posible cura de la sordera. Sin embargo, muchas personas de la comunidad sorda no necesariamente se toman esos logros con demasiado entusiasmo. Por ejemplo, la actriz Marlee Matlin, que es sorda y una activista en el tema, condenó en su cuenta de Twitter la investigación con células madre, afirmando que la sordera “no es una enfermedad a curar”.
¿Es la sordera es una enfermedad?, ¿deberían las personas aprovechar todas las oportunidades disponibles para restaurar uno de los sentidos básicos? Hemos pedido al Dr. Jeffrey Harris, jefe de la división de otorrinolaringología en la UC Health System de San Diego, California, que nos exprese su opinión al respecto:
- ¿Qué son los implantes cocleares y cómo funcionan?, ¿puede implantarse en cualquier persona con deficiencias auditivas?
Los implantes cocleares son dispositivos que captan el sonido y lo convierten en impulsos eléctricos que viajan a lo largo de una serie de electrodos muy finos que se implanta quirúrgicamente en el oído interno (a lo largo de la cóclea específicamente). Si hay un número suficiente de terminaciones nerviosas restantes que pueden ser estimuladas, las palabras, el habla, e incluso la música podrá ser percibidos por el paciente. Sólo las personas que ya no evidencias mejorías acústicas con los audífonos y que cumplan con los criterios establecidos de su hipoacusia son candidatos a esta cirugía.
- ¿Se resisten los pacientes con sordera a utilizar estos implantes cuando se les sugiere?
Curiosamente la gran mayoría de los pacientes a los que he implantado habían perdido su audición diversas razones y en gran medida su deseo de restaurar su audición con un implante coclear era muy alto. En la década de 1980, cuando estos dispositivos se introdujeron por primera vez, hubo un gran número de adultos que nacieron sordos y que se comunicaban mediante lenguaje de señas y que se mostraban vacilantes ante la idea de someterse a esta cirugía, la mayoría de los casos por razones sociales y culturales. Y los resultados de la implantación tardía no fueron buenos porque los nervios cocleares estimulados se había degenerado mucho antes de la operación.
Hoy en día, la mayoría de los niños sordos primeros asisten a centros de implante con el fin de prevenir la degeneración del nervio auditivo y, como resultado, pueden incorporarse en la escuela y pueden desarrollar el habla y el lenguaje de excelente manera.
- Marlee Matlin, quien es una defensora de las personas sordas, afirmó que la sordera no es una discapacidad y afirmo que hay millones de estadounidenses sordos que se comunican mediante lenguaje de señas y que no son unos “enfermos que hay que curar”. ¿Debería tratarse la sordera como un rasgo como cualquier otro, como nacer con ojos azules o que tengan el pelo rojo?
Creo firmemente que las opciones para la implantación de un niño que nace sordo necesitan ser presentados de manera justa y equilibrada, no de forma emocional a los padres, quienes pueden tomar esa decisión. En esta presentación debe haber una consideración de los niveles de educación,situación económica, el desarrollo del habla y la adquisición del lenguaje y la calidad de vida, por nombrar algunos, que se puede lograr al restaurar la audición en los niños sordos. Un hecho sorprendente es que un niño que es implantado desde el principio, es decir a la edad de 2 años, puede lograr el de expresión y de escolaridad igual o muy similar que un niño normoyente. Si el implante se retrasa, por ejemplo a la edad de 6 años, el nivel de expresión y la educación se reduce significativamente. Entonces, el dilema es que hay una ventana de oportunidad que existe para los niños sordos a implantar, y si se retrasa demasiado tiempo, el niño no puede alcanzar el mismo resultado auditivo porque comienza la degeneración neural en el oído no estimulado.
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