www.revistasculturales.com

El portal de la Asociación de Revistas Culturales de España

 >> arce.es


Última actualización: (CET)

La cultura pasa por aquí

Política Exterior 110 Política Exterior

Bolivia y Chile, dos procesos políticos y una frontera

por José Antonio Fernández y Gustavo Rodríguez Ostria
Política Exterior nº 110, Marzo-Abril 2006

Número de páginas: 6
imprimir

Este reformismo económico, que ha levantado las más ácidas críticas por parte de los sectores de izquierda, encabezados por el estadounidense James Petras, contrasta con el radicalismo político del discurso que sigue manteniendo Morales que, junto con empezar con la poco recomendable práctica del anuncio genérico de conspiraciones, ha dejado en claro que recurrirá a las movilizaciones sociales para que el Parlamento apruebe la convocatoria de la Constituyente, con la agenda y el modo de elección propuesto por el ejecutivo, al tiempo que espera repetir la votación de diciembre del año pasado y controlar la Asamblea. La tentación autoritaria y la posibilidad de nuevas exclusiones parecen no desaparecer del horizonte, lo que hace temer a algunos que la Constituyente no llegue a ser un pacto colectivo, integrador que, a partir de renuncias mutuas, lograra cuajar un Estado nación que no necesitara refundarse de nuevo dentro de unos años. Si no mejora la voluntad y la capacidad de diálogo del nuevo gobierno, no hay que excluir la posibilidad de nuevos conflictos, esta vez protagonizados por los sectores tradicionales del poder, atrincherados en discursos autonomistas en las regiones más prosperas del sureste, donde, por lo demás, yacen los recursos hidrocarburíferos.
Apertura suramericana y litigio bilateral: gas y mar
Chile, dentro su "regionalismo abierto", ha privilegiado en los últimos años sus vínculos comerciales con Europa y Asia (China, Japón, India). El ritmo y las reglas de la apertura comercial chilena no han acercado significativamente la economía del país a sus vecinos, Perú y Bolivia. La profunda transformación política que ya está en marcha en Bolivia, y la que podría ocurrir en Perú, inducirá seguramente al gobierno chileno a ser más receptivo a las demandas de sus vecinos, de los que necesitan materias primas estratégicas y espacios para inversiones de los empresarios chilenos.
Con carácter general, se espera del gobierno Bachelet un trato más fraternal, menos altanero y asertivo, con los países vecinos. Un Chile más interesado en el desarrollo de Mercosur podría ayudar a superar la crisis recurrente del bloque, aun cuando no cediera en su argumento de que no puede ir más allá porque sus aranceles son más bajos que los del bloque. Son manifiestamente mejorables sus relaciones con Perú y con Bolivia, como enseguida veremos, y es de esperar que el nuevo gobierno se implique mucho más en la construcción política e institucional de la Comunidad Sudamericana de Naciones, sobre la base de la agenda propuesta por el canciller de Lagos, Ignacio Walker.
Sin embargo, el conflicto más enquistado y molesto para los chilenos es el que le enfrenta a Bolivia, país hermano con el que no tiene relaciones diplomáticas desde 1978. El litigio histórico, más que centenario, entre ambos países versa sobre el acceso al mar de Bolivia, mar que Bolivia perdió en una guerra con Chile en el siglo XIX. Tan enmarañado es el conflicto que una de las partes, Chile, ha sostenido hasta ahora que no hay nada que discutir, pues los tratados internacionales suscritos entre ambos países en 1904 son inamovibles. Bolivia pretende, si no revisarlos, al menos encontrar una brecha para llegar al océano Pacífico. Generaciones de bolivianos se han criado bajo el mito nacionalista de que sin mar su país es incompleto y condenado por ello a la pobreza y la postración. Las negociaciones han avanzado muy poco en el último medio siglo. En 1975, durante los gobiernos militares de Pinochet y Banzer, Chile ofertó a Bolivia negociar la cesión, condicionada al canje territorial, de una franja de territorio al norte de la ciudad de Arica, que antes de la guerra del Pacífico había pertenecido a Perú. En virtud del tratado suscrito en 1929, Chile tuvo que consultar a Perú, cuyo gobierno se opuso a la cesión planteando más bien la posibilidad de constituir un espacio trinacional. El fracaso condujo a la ruptura de relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia en marzo de 1978, ruptura que persiste hasta hoy, aunque los consulados generales de ambos países hacen un trabajo análogo al de una embajada.
El descubrimiento en la última década del siglo XX de significativas reservas de gas natural en Bolivia (unos 52.300 billones de pies cúbicos, que sitúan a Bolivia entre los grandes gasíferos del continente), dio al país una carta de negociación geopolítica de la que había carecido en el pasado. La inversión millonaria y el efecto multiplicador que implicaba la prometida exportación de gas natural licuado (GNL) a México y California a través de un puerto chileno atrajeron la atención del gobierno de Santiago, interesado en reactivar la alicaída economía del norte del país. En el trasfondo estaba también la necesidad chilena de contar con gas boliviano para cubrir su creciente demanda energética y contrarrestar la dependencia del gas argentino.
La protesta social en Bolivia de octubre de 2003 echó definitivamente por tierra al gobierno de Sánchez de Lozada y su propuesta, que en realidad provenía del gobierno anterior, de Quiroga. El impasse provocado por la inestabilidad política boliviana creó un nuevo escenario para las relaciones bilaterales, abriéndose paso la idea de que Bolivia podía negociar "gas por mar", en contraposición a la política de carácter puramente comercial que predominó en los gobiernos de centro-derecha de las dos décadas previas.
Ésa era la situación hasta que las elecciones han removido el panorama político en Chile y Bolivia. Las conocidas diferencias políticas y económicas entre ambos países se han ahondado en las dos últimas décadas. Para decirlo con los más trillados términos, mientras Chile pasaba a ser el primer alumno de la clase, Bolivia ha seguido varada en los últimos puestos. Varias circunstancias convergen, sin embargo, para que, en ambos países, por la azarosa coincidencia temporal de sendas elecciones históricas, haya germinado una expectativa, una esperanza, un deseo sobre todo, de superar un siglo de rivalidad y de tensiones estériles, que podrían dar paso a una era de colaboración. El mejor signo del nuevo espíritu ha sido la participación de Ricardo Lagos y una selecta comitiva en la toma de posesión de Morales en La Paz y la de éste en la de Bachelet en Santiago.
Número de páginas: 6
imprimir


Todos los artículos que aparecen en esta web cuentan con la autorización de las empresas editoras de las revistas en que han sido publicados, asumiendo dichas empresas, frente a ARCE, todas las responsabilidades derivadas de cualquier tipo de reclamación
Página generada el Miércoles, 15 de Diciembre de 2010 10:03:20